EL GRAN DESAFÍO EN EL ISTMO DE TEHUANTEPEC (VIII)

  • Para fortalecer la biodiversidad es necesario mayor equidad y organización social, así como fuerza económica.
  • Esto implica políticas nacionales, acuerdos multinacionales y múltiples mecanismos de financiamiento, incluidos los de carácter multilateral.

 

El fomento de la biodiversidad se ha enfocado principalmente al estudio y preservación de especies y hábitats, donde el tratamiento de la especie humana pareciera ser sólo tangencial. Sin embargo, también se requiere organización social que convoque tanto a la gente como a la fuerza económica. Al respecto, existe un enfoque reciente que concibe al capital natural, al capital humano y al capital social de manera integral y como medio crucial para lograr un mundo justo, equitativo y sustentable. Se trata de la “Coalición de Capitales”, una red global que ha convocado a transformar la toma de decisiones sobre la biodiversidad, interconectando todo tipo de aliados y acciones basadas en el conocimiento experto y en el concepto de “comunidad de capitales”, definido éste como la suma de recursos naturales, del potencial humano y de la fuerza económica. Uno de sus fines es asegurar un sistema holístico que trabaje de manera colaborativa con el apoyo de auténticos liderazgos caracterizados por una visión unificada y alianzas operativas que apuntalen el cambio real en las comunidades. Su meta para el 2030 es lograr que la mayoría de los negocios, instituciones financieras y gobiernos incluyan en su toma de decisiones el valor del capital natural, humano y social en búsqueda de mayor justicia y sustentabilidad. Su expectativa es hospedar un espacio para que las organizaciones compartan las mejores prácticas, aborden desafíos comunes, creen soluciones conjuntas y luchen por el enfoque de los tres capitales en cuatro vertientes.

La primera consiste en medir el valor que resulta de la relación entre la naturaleza, las personas, la sociedad en general y la economía (cambio de la métrica); la segunda se refiere al desarrollo de comunicaciones para promover las mejores prácticas y el cultivo de núcleos y líderes movidos por el enfoque de los tres capitales (cambio en la conversación); la tercera trata sobre el cambio en los mecanismos de incentivos, guías y estándares para que los recursos que aportan inversionistas, gobiernos, reguladores, agencias calificadoras y las partes interesadas, premien a quienes adopten el enfoque de los tres capitales (cambio de reglas); y al cambiar la métrica, la conversación y las reglas, se espera asegurar que prevalezca el valor de la naturaleza, de la gente y de la sociedad para influir en la toma de decisiones a todos los niveles, logrando un valor agregado integral en los tres capitales (cambio de sistema).

Entre los acuerdos multinacionales que han surgido recientemente (2019), destaca el Pacto Verde Europeo (EGD), que propone convertir a la Comunidad Europea (CE) -la tercera economía más grande del mundo- en una zona que garantice la cero emisión de gases invernadero en el 2050, cuyo crecimiento económico dependa de un gasto mínimo de recursos desechables y que sea incluyente. Para ello, utilizará un tercio del presupuesto de siete años programados en el Plan de Recuperación de la Nueva Generación Unión Europea (1.8 trillones de euros) para realizar las acciones definidas en el EGD. Su meta intermedia para 2030 es que, una vez acopladas las nuevas políticas climáticas, energéticas, fiscales y de transporte, se reduzcan en un 55% las emisiones de gas, con respecto a las de 1990. Esto significará restaurar la biodiversidad mediante la captura de carbón y aportar a la salud del planeta, a la estética y a la calidad de vida. La CE restaurará zonas forestales, suelos y humedales, recurriendo a prácticas ancestrales como el reciclamiento orgánico, a nuevos empleos y a una mayor provisión de recursos renovables; promoverá el ecodiseño (regulación de productos para que sean sustentables, reduzcan desechos y utilicen energía renovable); y ampliará el concepto de “Bauhaus”, formulado en 1919 por Walter Gropius, para renovar la arquitectura, el arte, el diseño y la artesanía, bajo una nueva inspiración constructiva y la promoción de comunidades sustentables que redefinan sus formas de interacción entre los miembros de las comunidades y la naturaleza.

Y en cuanto a las relaciones de la CE con África, cuyos lazos históricos y económicos son tan estrechos y están tan marcados por un coloniaje explotador e inmensas asimetrías, se busca que el EGD modifique el mercado de la agricultura, los combustibles fósiles y demás recursos naturales del continente africano. Mediante nuevas políticas financieras, estándares de producción, tecnologías emergentes y alianzas mutuamente benéficas se busca inducir procesos sustentables en el continente africano. Ante ello, conviene destacar la opinión de investigadores africanos sobre los riesgos y las oportunidades del EGD en siete áreas. En la agricultura implicaría estándares de producción verde y adopción de los derechos humanos en el trabajo comunitario agrícola; en la biodiversidad, consolidaría programas como NaturAfrica y la Agenda Panafricana sobre la Restauración de Ecosistemas hacia una Resiliencia Mayor, que provee incentivos para proyectos verdes en las comunidades y para proteger la vida silvestre y los ecosistemas; en la energía, cambiaría el énfasis actual en los combustibles fósiles hacia la energía renovable; en la minería, acrecentaría la extracción limpia de minerales como cobalto, níquel, grafito, litio, bauxita, cobre, esenciales para la manufactura de componentes eléctricos, baterías, celdas fotovoltaicas y micro-procesadores; en la economía, apuntalaría la Alianza Africana por una Economía Circular y un mayor énfasis en los textiles, la construcción y la electrónica; en la aplicación tecnológica, propiciaría procesos emergentes en la producción, el comercio digital y la innovación verde; y en el financiamiento, reforzaría la gestión de recursos ante la Unión Europea y otros organismos internacionales.

Por su parte, en la 27 Conferencia de ONU sobre el Cambio Climático (COP27), realizada en Egipto a fines del 2022, se anunció que nuestro país reducirá su emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en un 35% para el 2030, en lugar del 22% comprometido antes. Y para tal efecto, también se comunicó que Estados Unidos canalizaría 48 mil millones de dólares para redoblar los esfuerzos mexicanos sobre electromovilidad, energía hidroeléctrica, solar, geotérmica y eólica, así como para agregar dos millones de hectáreas de áreas naturales protegidas y reforestar un millón y medio de hectáreas. En esa misma conferencia, la FAO anunció una iniciativa para apoyar a las comunidades más vulnerables en el planeta con el fin de volver más resilentes los sistemas agroalimentarios y reducir las emisiones (GEI), facilitando el financiamiento, la inversión climática, el acceso al conocimiento y el desarrollo de capacidades sobre sistemas agroalimentarios. Tales medidas que buscan convocar al sector público, privado y social deberán ser estudiadas para no repetir errores del pasado. Por ejemplo, la reforestación concebida sólo como un proyecto de monocultivo o de cultivo preponderante puede afectar la calidad de suelos y mantos acuíferos, así como la biodiversidad. Lo mismo sucedería con la aplicación de una estrategia homogénea de agrocultivo “más resiliente al cambio climático” que puede significar el uso de semillas modificadas genéticamente, monocultivos y métodos agrícolas impuestos a comunidades indígenas y rurales que cuentan con know how propio para mantener y reproducir la biodiversidad.

Y en cuanto a la fuerza del mercado, es conveniente señalar la iniciativa originada en Holanda hace 34 años (Max Havelaar) relacionada con el “Fairtrade” o comercio justo. Este movimiento extendido mundialmente, compensa económicamente a los productores orgánicos acreditados que destacan en sus empaques su compromiso por los ecosistemas. El consumidor paga precios más altos para expandir la cultura agrícola sustentable y compensar los mayores costos implicados en su producción y distribución al menudeo, porque sus faenas requieren más esfuerzo que el de los grandes monocultivos tecnificados.

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