Noviembre 1 de 1858: La transformación del Istmo mexicano por «Louisiana Tehuantepec Company»

El 1 de noviembre de 1858 marcó un momento clave en la región gracias a la «Louisiana Tehuantepec Company» (LTC). Esta empresa, establecida en Nueva Orleans con una fuerte inversión estadounidense y apoyo del gobierno de Estados Unidos, revivió un antiguo proyecto: la construcción de un camino de ruedas que se había deseado desde el siglo XVIII, pero que había avanzado lentamente.

La LTC no solo retomó la construcción de esta carretera, sino que también trajo diligencias, carros de correo y barcos para navegar desde Nueva Orleans hasta el litoral veracruzano, cruzando el océano Pacífico desde Ventosa, Oaxaca, hasta San Francisco, California, además de navegar por el río Coatzacoalcos. El 1 de noviembre de 1858, se inauguró esta ruta que prometía un futuro más próspero para una región que había estado rezagada.

La llegada de barcos cargados con carruajes, caballos, mulas, materiales para puentes y edificios prefabricados, además de numerosas provisiones, generó una notable agitación a lo largo del camino y en las poblaciones cercanas. Cientos de trabajadores, directivos y hombres de negocios ansiosos por ofrecer sus servicios a los viajeros y a la empresa transformaron por completo la región.

Minatitlán, que antes era una pequeña aldea con unas veinte chozas de palma, se convirtió en una villa con numerosas construcciones de madera o ladrillo. La población se llenó de residentes franceses, españoles, ingleses y estadounidenses, y el comercio de mercancías estadounidenses floreció. La villa se convirtió en el centro de operaciones de la empresa en el istmo. Un ingeniero asignado para supervisar la nueva vía interoceánica afirmó que Minatitlán pasó de ser un pueblo mexicano en decadencia a un bullicioso pueblo estadounidense.

Este auge se extendió por toda la región y duró poco más de un año. En el lado opuesto del istmo, Tehuantepec, que antes estaba en un estado de letargo, pareció cobrar vida gracias a la influencia estadounidense.

Las distancias que los viajeros recorrían a través del istmo y los tiempos necesarios para hacerlo eran asombrosos. Desde Nueva Orleans a Minatitlán, se cubrían 1,480 kilómetros en 84 horas, mientras que el vapor en el río Coatzacoalcos permitía viajar 130 kilómetros en 12 horas. En carruajes o carretas para el correo, se podían cubrir 190 kilómetros en 24 horas desde El Súchil hasta Ventosa. Luego, en vapor, se navegaban 480 kilómetros en 24 horas de Ventosa a Acapulco y 2,900 kilómetros en 168 horas desde Acapulco hasta San Francisco. En total, se recorrían 5,180 kilómetros en 312 horas o trece días.

Los partidarios de la ruta de Tehuantepec destacaban sus ventajas sobre las rutas de Nicaragua y Panamá, a pesar de la existencia del ferrocarril en este último. La proximidad a Estados Unidos, los menores costos y distancias, el ambiente saludable del territorio, el interés del gobierno de Washington por protegerlo y las concesiones otorgadas por México hicieron de esta ruta una elección atractiva.

La «Louisiana Tehuantepec Company» dejó una huella profunda en la historia de esta región y representó un paso importante hacia el progreso y la conectividad en México y Estados Unidos.

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