El año 2022 marcó un hito sin precedentes en cuanto a inmigración en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con un total de 6.1 millones de nuevos inmigrantes permanentes, siendo los venezolanos, cubanos y nicaragüenses los más prominentes entre ellos, según un informe reciente de la OCDE.
El director de Migraciones de la OCDE, Jean-Christophe Dumont, resaltó que la mayoría de la inmigración se encuentra regulada y controlada, especialmente en lo que respecta a los trabajadores, gracias a las mejoras en las condiciones de inserción en el mercado laboral.
Estados Unidos fue el principal destino de estos nuevos inmigrantes, recibiendo 730,000 de ellos en 2022, de los cuales el 40% procedía de Cuba y Venezuela, pero también de Honduras, Haití, Guatemala, Nicaragua y Colombia. Le siguieron Alemania, Francia, Costa Rica y México como principales países receptores, con un aumento en la demanda de protección internacional en Centro y Sudamérica.
Las solicitudes de asilo también alcanzaron niveles récord en 2022, con un total de dos millones de nuevas solicitudes, marcando un aumento significativo en comparación con años anteriores. Los principales países de origen de estas solicitudes fueron Venezuela, Cuba, Afganistán y Nicaragua.
La dinámica global de este aumento en la inmigración se relaciona con la creciente escasez de mano de obra en muchos países de la OCDE. Casi el 80% de los inmigrantes estaban en situación de actividad laboral el año anterior, con un 70% empleados y menos del 8% desempleados.
Los datos de la OCDE revelan un panorama de aumento constante en la inmigración y las solicitudes de asilo, con datos preliminares para 2023 que indican una continuación de esta tendencia al alza. Además, más de un tercio de los países miembros de la OCDE registraron flujos de inmigrantes en niveles no vistos en al menos 15 años, destacando naciones como España, Francia y Bélgica.
