EL GRAN DESAFÍO EN EL ISTMO DE TEHUANTEPEC (I)

  • En el último siglo y medio, amplias regiones del Istmo han sido devastadas por la actividad petrolera, ganadera, forestal y minera.

 

  • A pesar de ello, sigue siendo la reserva natural, de biodiversidad y multietnicidad más importante de América del Norte.

 

  • El Corredor Transístmico debe ser objeto de una escrupulosa planeación, regulación, vigilancia y promoción.

 

La serie de artículos que inicia con este texto, expone que la operación del Corredor Transístmico (CT) no debe repetir los errores cometidos en el Istmo de Tehuantepec durante la larga y accidentada etapa en que se establecieron las industrias contaminantes de los hidrocarburos y las desordenadas empresas ganaderas, forestales y mineras. Tampoco puede aplicar las mismas “políticas de desarrollo” que causan desalojos de poblaciones indígenas y de campesinos, flujos migratorios improvisados de mano de obra y, en consecuencia, lamentables afectaciones sociales y ambientales. Esto implica proscribir la “tendencia inercial del gran capital” que sólo busca la rentabilidad económica de corto plazo, a costa de la gente y la naturaleza. Y no es cosa menor, porque la voracidad global por los menguantes recursos minerales y naturales, la urgencia por establecer cadenas más cercanas de suministro, la preferencia de inversionistas por la utilidad financiera rápida que proviene de industrias baratas y sucias, la imparable movilidad de contenedores y las caóticas olas de migrantes, conducirían a una verdadera catástrofe en esta región tan vulnerable y de tanta relevancia para la salud del planeta. Ante esa amenaza real, urge una planeación macro regional que se traduzca en planes micro regionales basados en metas verificables de corto, mediano y largo plazo.

El supuesto que subyace en este texto es que México cuenta con el talento y la capacidad suficiente para determinar lo que se debe hacer en el CT, cómo hacerlo correctamente y con qué aliados. No se trata de abrir las puertas, de manera opaca y por intereses oscuros, al que desee aprovechar facilidades fiscales o negocios de corto plazo; lo que se necesita, es hacer explícitas las condiciones, estándares a cumplir y medidas de verificación para lograr un modelo integral de desarrollo en el Istmo de Tehuantepec que sea un referente mundial en materia de sustentabilidad, ni más ni menos. Esto significa una definición escrupulosa sobre la operación multimodal de los dos puertos marítimos, del ferrocarril transístmico, de sus puntos de recarga y de la carretera que va en paralelo; también, del modelo de parques industriales “verdes” a desarrollar y del tipo de empresas “limpias” a establecerse, incluidos los indispensables servicios, para que cumplan cabalmente requisitos de diseño y operación de última generación. Más allá del perfil de los sectores productivos o de servicios a establecerse, el aspecto crucial es asegurar que se aseguren criterios de responsabilidad social asociados con compromisos e indicadores ambientales, comunitarios y de gobernanza.

Por tanto, es obligado que el desarrollo del Corredor Transístmico se lleve a cabo con el monitoreo sistemático de la biodiversidad, la equidad social y la participación de las comunidades del Istmo. Su evolución debe ser vista como un modelo internacional vanguardista que asume cabalmente su responsabilidad social, tanto en los desarrollos nuevos como en el remedio funcional de las industrias ya establecidas, tomando como base las mejores experiencias en el planeta. Las labores de remedio no sólo deben dirigirse a solventar los problemas inherentes a las instalaciones y a sus sistemas de procesamiento y manejo de desechos, sino a perfeccionar sus relaciones con los empleados, con otras industrias, con la biodiversidad y con las comunidades que las albergan. Y habrá que integrar a ello la regulación sobre la “economía circular” que hace factible la reutilización de desechos, mediante la atracción de industrias que han mostrado resultados exitosos en la emisión cero de carbono y en la captura, almacenamiento y reutilización de contaminantes para generar nuevos productos.

En síntesis, el CT debe atraer empresas cuyos procesos productivos, de gobernanza y responsabilidad estén comprometidos con la sustentabilidad del territorio en un sentido humanista y geográfico amplio. La toma de decisiones relacionada con la región interoceánica del Istmo de Tehuantepec es de tal complejidad e impacto global que no es admisible realizarla de manera opaca, improvisada, coyuntural e irresponsable. La posibilidad de una afectación irreversible a su ancestral patrimonio natural, cultural y social exige conocimiento experto y alianzas basadas en un enfoque de responsabilidad social y rentabilidad integral. Y para ello, es fundamental la colaboración intersectorial, transdisciplinaria, interinstitucional e internacional. Entonces, urge analizar y seleccionar las oportunidades emergentes del nearshoring, al mismo tiempo que se custodie sistemáticamente lo emprendido y por emprender en esta región que, a pesar de todo, sigue siendo privilegiada. Recordemos, el Istmo cuenta con un trascendente patrimonio multiétnico, la mayor riqueza ecológica de México y es un nicho estratégico para la biodiversidad del planeta; además de que sus redes fluviales y mantos acuíferos representan más del 40 por ciento del agua del país

Te puede interesar